martes, 11 de septiembre de 2007

Francesco Tonucci, La ciudad de los niños

El proyecto "La ciudad de los niños" nace en Fano (Italia), en mayo del 1991.Rechazando una interpretación exclusivamente de tipo educativo o simplemente de ayuda a los niños, el proyecto desde del inicio ha tenido una motivación política; trabajar hacia una nueva filosofía de gobierno de la ciudad, tomando a los niños como parámetro y como garantía de las necesidades de todos los ciudadanos. No se trata de aumentar los recursos y servicios para la infancia, se trata de construir una ciudad diversa y mejor para todos, de manera que los niños puedan vivir una experiencia como ciudadanos, autónomos y participativos. El proyecto se basa en diversas motivaciones, las más importantes y significativas se encuentran sintetizadas a continuación.La degradación de las ciudades está provocada, en gran parte, por la decisión de privilegiar las necesidades de los ciudadanos adultos, hombres y trabajadores como prioridad económica y administrativa; esto afecta a todos los ciudadanos, especialmente a los más débiles y a los más pequeños. El poder del ciudadano adulto trabajador, se demuestra claramente debido a la importancia que el coche ha adquirido en nuestra sociedad, condicionando las decisiones estructurales y funcionales de la ciudad, creando graves dificultades para la salud y la seguridad de todos los ciudadanos.

EL PAÍS Sociedad - 21-10-2003


“El mayor problema de los niños en las ciudades es que nunca están solos entre ellos, sin adultos”, sostiene el pedagogo Francesco Tonucci (Fano, Italia, 1940). Los padres tienen miedo a permitírselo por la violencia, un fenómeno que este especialista considera sobre todo mediático, y el tráfico. Para devolver todo el espacio urbano a los pequeños, este experto del Consejo Nacional de Investigaciones italiano ha puesto en marcha el proyecto La ciudad de los niños en ciudades de Italia, Argentina y España. Un objetivo es que vayan solos al colegio. Y en el camino pueden poner multas morales a los coches subidos en la acera, como ya ocurre en Roma.”Si devolvemos las plazas a los pequeños, no necesitamos ludotecas”, defiende Tonucci. Para difundir su iniciativa, ha presentado en Madrid su libro Cuando los niños dicen ¡basta! (Fundación Germán Sánchez Ruipérez) y la web www.lacittadeibambini.org.

Pregunta. En España, poblaciones medias como Granollers o Reus, en Cataluña, o la madrileña Alcobendas se han interesado por su iniciativa. ¿Por qué no se han sumado las grandes?

Respuesta. No lo sé. Cuando me llaman los alcaldes les pido que se lo piensen bien, porque ponerse al lado de los niños supone sacar algo a los adultos, que son los electores. De todas formas, es un desafío importante, porque las ciudades son cada vez más conscientes de su insostenibilidad.

P. ¿Cómo cambiarlas?

R. Hemos destruido las ciudades y es difícil que se puedan recuperar sin algo creativo. No debemos tolerar que un niño no pueda cruzar porque los coches no paren en el paso de cebra. Eso supone considerar los derechos de los coches más importantes que los de los niños.

P. Los padres temen el tráfico, pero también la inseguridad.

R. Sí. En la sociedad global, lo que ocurre en el Reino Unido lo sufre la gente en Italia y piensa que eso le puede ocurrir a su hija. Por ejemplo, en mi país todos los padres tienen miedo de los pederastas. Pero no hay pederastas por la calle. Existen personas que causan violencia a los niños, pero son gente de confianza. Y nosotros seguimos educando a los niños en la desconfianza a los desconocidos. Esto es gravísimo.

P. Y los niños no van solos.

R. Existe un control constante y perpetuo de los pequeños. Esa idea muy novedosa de que el adulto siempre debe estar presente en la vida de un niño es el hecho más grave y el que afecta más negativamente a la vida de un niño.

P. ¿Por qué?

R. Antes los niños podíamos salir de casa solos y pasábamos mucho tiempo libre sin control directo de los adultos. En ese lapso teníamos el desarrollo más fuerte. Era el tiempo del descubrimiento, de la maravilla, de la sorpresa, del placer. Estas experiencias se niegan hoy a los niños.

P. ¿Cómo recuperarlas?

R. Hoy existen condiciones sociales y ambientales peores en las ciudades. La actitud de los adultos es resignarse, pero lo que deben hacer es encargarse de que el barrio sea para todos, de estar en la calle y ayudar a los niños. Si en la calle sólo hay coches, es peligrosa.

P. ¿Eso funciona?

R. En el Gran Buenos Aires se han puesto en marcha corredores escolares inspirados en mi propuesta. En ellos, la delincuencia ha bajado notablemente sin llamar a la policía. Los comerciantes y los ciudadanos ayudan a los niños. Este resultado nunca se habría obtenido con un aumento de la defensa. Cuanto más se cierra, más peligro. Cuanto más se abre, más seguridad.

P. Los niños no van solos y suelen sentirse solos.

R. Son las dos caras del mismo problema. Por un lado, la imposibilidad de un pequeño de vivir cerca de otros niños porque muchos son hijos únicos, una situación que les resta autonomía. Por otro, el no poder salir de casa, encontrar otros niños y elegir un compañero de juegos. Los pequeños están obligados a jugar con los compañeros, con los hijos de los amigos paternos o con los compañeros de las actividades extraescolares. Nunca han elegido un compañero para jugar, pero un día deberán elegir un compañero para la vida. Y no saben hacerlo.

P. Y luego están las horas ante el televisor.

R. Sí. La televisión se ha adoptado como una niñera económica y eficaz por parte de los padres. Un instrumento que puede ser tan rico llega a ser peligroso, no sólo por los contenidos de violencia, sino porque inmoviliza a los niños y los corrompe al hacerlos consumidores.

P. ¿Se puede hacer una televisión mejor?

R. El remedio no es hacerla mejor y dejar a los niños más tiempo delante, sino que los niños puedan salir de casa. Entonces sólo la verían si fuera buena de verdad. Pero a las televisiones no les interesa defender a los niños.

P. ¿Qué papel tiene la escuela?

R. Es hora de pensar en una escuela de los niños, ajustada a sus necesidades y donde se podría hacer mucho más en mucho menos tiempo. Es insostenible que, tras seis horas de clase, los niños tengan deberes que les quitan todo el tiempo libre. Tienen que hacer cosas en casa, pero cosas que sepan hacer solos. Así tendrían algo que contar en la escuela. Ahora no tienen, porque todos ven la misma televisión, pasan las tardes en los mismos cursillos y eso no vale la pena contarlo en la clase: todos lo saben.

http://www.lacittadeibambini.org/spagnolo/interna.htm

No hay comentarios: