sábado, 22 de marzo de 2008

Zarita se cura a los compases de Chopin

--------------------------------
POR MARÍA ISABEL SERRANO. OTOS JULIÁN DE DOMINGO MADRID.
26-2-2007 08:32:24 Diario ABC

Zarita sólo tiene dos años y una cicatriz que le cruza de lado a lado su pequeña tripita. Está sentada en la cuna. A su alrededor, tubos y cables. Se toca la sonda nasogástrica. Le molesta. De repente, sus grandes ojos oscuros se encienden: María Jesús y César acaban de entrar en su habitación. La primera agarra una guitarra, el segundo una flauta. Y ambos se ponen a tocar y a cantar para la pequeña enferma que, agradecida, les obsequia con una enorme sonrisa. Tan chica y tan educada. Lo importante es que su estado físico y psicológico mejora con la música en vivo, con esta actuación que es para ella solita.

Estamos en la sexta planta del Hospital General de La Paz, una unidad especial para trasplantados infantiles. Aquí todos los niños han sufrido en sus carnes una cirugía mayor, con aislamiento, acostumbrados a que todos los que se acerquen a ellos lleven mascarilla y se hayan lavado las manos. Pero hay algo que les llena de alegría: cuatro veces por semana los músicos les cantan y les tocan alguna canción.

En vivo y en directo

Es musicoterapia y están más que demostrados sus resultados clínico. Esta técnica, por ejemplo, hace que aumente la saturación de oxígeno y que disminuya la frecuencia cardíaca. Hasta hoy, más de cuatro mil niños han recibido la atención directa de los musicoterapeutas en este centro hospitalario madrileño.

El Hospital Universitario La Paz, perteneciente a la red asistencial de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, es pionero en la musicoterapia, un programa integrado en su Plan de Humanización del centro que lleva tres años en funcionamiento.

La música -casi siempre en vivo- entró en La Paz a través de su Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos. De ahí pasó a Nefrología (Diálisis), Oncología pediátrica, Trasplantes y Neonatología.

Reducir la ansiedad

Ahora andan a vueltas con un proyecto piloto para aplicar la terapia musical a familiares y cuidadores de enfermos de Alzheimer que se encuentran en el servicio de Neurología. El objetivo, en todos los casos, es reducir la carga emocional y la ansiedad que soportan pacientes y familiar a veces, incluso, durante un largo periodo de internamiento.

Los musicoterapeutas de La Paz trabajan por amor al arte, no en el sentido peyorativo de la frase, sino porque, en realidad, les gusta hacer felices con sus cánticos y sus acordes a todos los niños hospitalizados.

El padre de Zarita, Patricio Jiménez, es el primero en reconocer que su niña mejora en cuanto ve entrar a estos artistas, como les llaman tanto los niños ingresados como sus familia. «No podemos evitar -dice Patricio- que la cría se agobie. Pasó muy a menudo cuando estaba en la UCI. Y notamos que la música la relajaba, la dejaba más calmada. Sonreía y su cara se iluminaba».

La madre, donante

Este hombre, de origen ecuatoriano, nos cuenta que a su hijita le diagnosticaron una atresia biliar (malformaciones en las vías biliares) y que no había más remedio que realizar un trasplante de hígado. La donante de una parte de su hígado fue la madre de la pequeña. Hoy, transcurrido más de un mes de aquella intervención quirúrgica, Zarita evoluciona favorablemente. La música también ha tenido algo que ver.

Herramienta terapéutica

La aplicación de la música como herramienta terapéutica se realiza a través de un convenio entre el hospital La Paz y la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) que, además, servirá para realizar un completo estudio de investigación sobre el efecto de la música en los pacientes.

Raciones de alegría

Se cuenta con la colaboración del Master de Musicoterapia Avanzada de la Facultad de Medicina de la UAM que permite que tres musicoterapeutas y trece alumnos del master puedan ofrecer sus «raciones de alegría» cuatro veces por semana por los pasillos de La Paz.

Alicia Lorenzo y María Jesús del Olmo -la que acaba de cantarle a Zarita- son coordinadora y subdirectora respectivamente del master de la Autónoma. Las dos son profesoras y, según nos dicen, lo más bonito que se les puede llamar es musicoterapeuta.

Están encantadas con este proyecto. Lo viven. Alicia explica que todos los alumnos del master de musicoterapia son licenciados que desean añadir esta especialidad en su currículum. «Los hay que se deciden por el canto, otros por algún instrumento como la guitarra, el teclado, flauta travesera o violín, que es con lo que venimos hasta aquí».

María Jesús recuerda hoy que los comienzos de la musicoterapia en La Paz fueron un pelín complicados, «pero no porque hubiera reticencias, que va, sino porque resultaba un poco extraño, para todos, que en un lugar donde tradicionalmente se exigía silencio viniéramos nosotros a cantar y a tocar; a hacer ruido, en definitiva. Fue gracioso y enseguida percibimos buenas vibraciones. Todo se organizó con muchas dosis de buena voluntad».

Niños terminales

María Jesús, Alicia y César, nuestros tres musicoterapeutas de hoy coinciden en que lo fundamental es conseguir que el niño se relaje. «A veces vienen muy alterados de una punción lumbar o están que se suben por las paredes antes o después de una operación ... Es inevitable. Ahí es donde nosotros actuamos y no podemos fallar», asegura María Jesús, para quien los «niños terminales presentan un grado de madurez que a mí me deja perpleja.Piden la música y te dan las gracias, con gestos, que no sea un CD o hilo musical, sino acordes interpretados especialmente para ellos».

Humanizar el trato

«Lo que yo percibo -añade Alicia- es que los críos agradecen que no se les trate como un enfermo». César, a su lado, asiente con la cabeza y comenta que «nosotros también tenemos que hacer acopio de fortaleza porque es duro ver a los niños pasándolo tan mal».

«El objetivo es humanizar el trato con los niños», señala a ABC el doctor Javier Cobas, subdirector gerente del Hospital Materno Infantil de La Paz. Cuando los críos están estresados, «la música les ayuda. Es nuestra gran aliada. Las familias están encantadas con la terapia. Todos se «oxigenan»».

El doctor Cobas es un entusiasta de la musicoterapia. Nos cuenta que se utilizan dos tipos de música: la relajante y la estimulante. La clásica siempre es la «estrella» y Chopin uno de los compositores favoritos para interpretar.

Cuencos tibetanos

De todas formas, a Cobas le corren muchas ideas por la cabeza para hacer más llevadera la estancia de los pacientes en el hospital, en especial la de los niños. Nos cuenta que se están probando programas como arte-terapia, masajes por digitopuntura e incluso los cuencos tibetanos, cuyos sonidos producen una calma y un relax muy beneficiosos..

«Los niños -añade el doctor- son extremadamente receptivos. Lo vemos en cuidados intensivos, en oncología, en trasplantes ... Están graves,con cuadros que requieren largos periodos de internamiento. Y están deseando que por su habitación pasen los músicos».


Si quieres informarte sobre lo que es la Musicoterapia y el trabajo de Maria Jesús del Olmo, visita tuleitmotiv.blogspot.com

No hay comentarios: