lunes, 19 de noviembre de 2007

El lince ibérico sale del coma


La población de felinos crece por vez primera y se extiende a Castilla-La Mancha
TEREIXA CONSTENLA - Sevilla - 06/11/2007


Eran tan pocos que casi todos tenían "DNI". En lugar de huellas dactilares se registraba el patrón de manchas, exclusivo para cada ejemplar, mediante una foto robada y se les humanizaba con nombres como Gloria y Óscar. Conforme el lince ibérico avanzaba hacia la extinción, crecía imparable el conocimiento científico de la especie. Y la humanización: nadie bautiza a los ñus. En 2005, tocó fondo. Entre Doñana y la Sierra de Andújar, sus últimos reductos en la península Ibérica, apenas sumaban 150 ejemplares. El retroceso, muy veloz desde los sesenta, invitaba a creer que la extinción del felino era irremediable.


Pero la caída ha parado. Por vez primera, la población crece en Andalucía, se ha confirmado su presencia estable en Castilla-La Mancha y el éxito del programa de cría en cautividad permite disponer de un salvavidas en la retaguardia. Siguen siendo pocos y estando en peligro crítico de extinción (declarado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), pero la tendencia pesimista parece invertirse. La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, dijo ayer que la nueva estrategia nacional fijará un plazo para sacar al lince de esa lista internacional de animales comatosos.


Entre los dos núcleos andaluces se estima que vive una población de entre 200 y 250 individuos y que este año han nacido 44 cachorros, según informó ayer la consejera de Medio Ambiente, Fuensanta Coves. A ellos se suma el grupo localizado en Castilla-La Mancha, formado por 15 animales (seis cachorros y nueve adultos o casi), una señal saludable de que el animal vuelve por antiguos territorios. Hasta los ochenta fue posible encontrarlo también en Extremadura, Castilla y León y Portugal.


La actual población castellano-manchega fue avistada por primera vez en julio de 2002 y, desde entonces, han sido localizados en 45 ocasiones, según el consejero de Medio Ambiente y Desarrollo Rural, José Luis Martínez. Sin embargo, el censo oficial de 2004 del ministerio descartó la presencia en Castilla-La Mancha tras no hallar ni un ejemplar en 14.571 trampeos fotográficos. Sólo se confirmó la presencia hace un mes, cuando Castilla-La Mancha difundió vídeos de la colonia. Los grupos de Andalucía y Castilla-La Mancha suman entre 215 y 265 animales. Son datos aún sombríos, pero comienzan a alejarse del funesto inventario de 2005, cuando el coordinador andaluz del programa de recuperación, Miguel Ángel Simón, estimó la cifra de supervivientes en 150.


Además de la recuperación en libertad, el felino cuenta ahora con un colchón de seguridad: el plan de cría en cautividad que se desarrolla en el centro del Acebuche, en Doñana. Tras numerosas tentativas fracasadas por razones varias -la más pintoresca: usar a un macho enfermo-, el programa se relanzó a finales de 2003 con el fichaje de la veterinaria Astrid Vargas, que había recuperado de una situación crítica al turón de patas negras en Estados Unidos.
En marzo de 2005 nacieron los primeros cachorros. La familia sigue creciendo: hay ya 37 ejemplares repartidos entre los centros de cría de Doñana y Jaén. Cuando se alcancen los 60 animales reproductores -previsto en 2010-, que garantizarían el 85% de la variabilidad genética que existía en la naturaleza en 2004, los linces cautivos comenzarán a reintroducirse en el campo y en otros territorios.


Algunos de estos animales serán enviados a Portugal, Extremadura y Castilla-La Mancha para sus propios planes de cría. El Gobierno portugués ha comenzado a construir un centro en el Algarve, con la intención de reintroducir al lince en hábitats que ya ocupó. "El apoyo es absolutamente indispensable para que nuestro proyecto se pueda desarrollar", admitió ayer en Sevilla el ministro portugués de Medio Ambiente, Francisco Nunes. Contando con la cooperación española, Portugal puso ayer fecha a la suelta de linces en libertad en el Algarve: 2019.




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